lunes, 16 de marzo de 2009

San José...


No se nos ha trasmitido ni una sola palabra de la boca de San José. Y por cierto, muchas veces habría tenido motivo sobrante para hablar. Sobre todo se habría esperado su palabra en ocasión de la encarnación del Hijo de Dios...


O cuando tuvo que ir a Belén en tiempo tan importuno y donde no pudo encontrar hospedaje...
O en la huida a Egipto, cuando recibió la orden tan repentinamente a media noche. Otros habrían preguntado ¿por que? San José se calla. nada dice, pero cumple sin demora lo que el ángel le ordena.


Casi se tiene la impresión que Dios quiso provocarle para que San José hablara...


Mas, Dios conoció a su santo que obró pero no habló; que solo hizo lo mandado, mas no preguntó; que con todo cumplió, pero sin agitarse...
Tal silencio en todas estas ocasiones tan serias acrecienta y aumenta nuestra confianza en San José. Tampoco espera de nosotros muchas palabras. Le exponemos nuestras necesidades; él las ve y...ayuda. ¡San José, te agradecemos y en ti confiamos!


"Escucha en silencio, y con tu modestia te conciliarás el amor de todos". (Ecles.32,9)


fuente: Santiago Koch

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