domingo, 1 de noviembre de 2009

Todos los santos


En este domingo, primero de noviembre, celebra la Iglesia Católica la Fiesta de Todos los Santos Al día siguiente, dos de noviembre, la Conmemoración de todos los difuntos.
Ambas celebraciones nos hablan de la vida más allá de la muerte y nos invitan a renovar nuestra fe y esperanza en la vida eterna, que trasciende las barreras de la muerte, tal como confesamos en le Credo.
En el Día de todos los Santos recordamos, honramos, invocamos y nos propensos imitar a los incontables cristianos, declarados o no como santos por la Iglesia, que habiendo recorrido en este mundo su camino en fidelidad, hoy gozan para siempre de la bienaventuranza eterna. Es un culto legítimo, por el que consideramos a los santos como fieles discípulos e imitadores del Señor, al que, en definitiva, damos culto e invocamos, poniendo como intercesores a los santos, que están ya definitivamente más cerca de Dios.
En el Día de Difuntos, la Iglesia nos invita a orar por todos los difuntos, no sólo por los nuestros, por los más cercanos, sino por todos, también por aquellos de los que nadie se acuerda. Es un acto de solidaridad y el ejercicio de la caridad cristiana, que traspasa la frontera de la muerte, por la comunión de los santos, y nos posibilita ofrecer al Señor nuestras oraciones y nuestros sufragios para que Él los haga llegar como efecto de su amor y de su misericordia a los hermanos difuntos.

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