lunes, 20 de septiembre de 2010

La vida es un desafío, enfréntalo


Cada uno de nosotros es un colaborador de Cristo, la rama de la vid, pero...¿que significa para ti y para mi ser colaborador de Cristo? Significa vivir en su amor, poseer su alegría, irradiar su compasión, ser un testigo de su presencia en el mundo.

La santidad no consiste en llevar a cabo cosas extraordinarias. Consiste en aceptar con una sonrisa lo que Jesús nos envía. Consiste en aceptar y seguir la voluntad de Dios.

Hoy en día, y una vez más, Jesús sigue viniendo entre los suyos y los suyos se resisten a darle acogida. Viene en los cuerpos maltrechos de los pobres. Viene incluso a través de los ricos sofocados por sus propias riquezas. Viene en la soledad de los corazones, cuando no hay quien ame. Jesús viene a ti y a mí. A menudo, demasiado a menudo, nosotros pasamos de largo y no lo acogemos.

Convertirse es aceptar a Dios plenamente en nuestras vidas. Nuestra conversón debe ser permanente. Así seremos mejores musulmanes o hindúes o católicos, no importa qué, pero seremos mejores.

Hemos sido creados para el mismo fin: amar y ser amados. Hemos sido creados para grandes cosas, para ser santos. Dios demuestra su grandeza usando nuestra nulidad. El mundo está lleno de santos vivientes. Me siento felíz de que veas a Cristo en mí, porque yo lo veo en ti.

Para ayudar en la promoción de los pobres debemos proporcionarles educación y trabajo. El hombre sólo se siente verdaderamente humano cuando puede valerse por sí mismo.

Nuestro exámen de conciencia es el espejo en que veremos nuestros logros y nuestras dificultades. Déjemonos iluminar por Dios y busquemos el modo de hacer las cosas cada vez mejor. Conocer a Dios trae el amor y conocernos a nosotros mismos, la humildad.

Toda nuestra vida debe ser un tender continuamente a pronunciar una única palabra: "Sí". El sí a Dios y a la santidad. Permitamos a Dios que tome de nosotros todo lo que quiera y aceptemos alegremente cualquier cosa que él ordene. En esto ha de consistir nuestro "Sí".

La santidad no es un lujo para unos pocos, sino una sencilla obligación también para ti y para mí. Demanda un enorme sentido de responsabilidad y compromiso.

Si el Cristo que entregan a quienes los rodean es un Cristo roto, cojo, vacilante y deformado, a esas gentes no les quedará una imagen distinta de la que ustedes les presenten. Si pretenden todo lo contrario, tienen que empeñarse en primer lugar, en conocer ustedes a Cristo.

La santidad es hacer siempre, con alegría, la voluntad de Dios. El primer paso hacia la santidad es querer serlo. ¿Qué es un santo sino un alma decidida, que hace uso de su fortaleza para actuar?


-Madre Teresa de Calcuta-
De: Un Corazón abierto (Capítulo 1)

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