domingo, 29 de agosto de 2010

Enviado a las ovejas perdidas


Cristo vino a buscar a la única oveja que se había perdido (Mt 18,12).

Es por ella que el Buen Pastor, cuya venida desde siempre había sido prometida, ahora ha sido enviado en el tiempo; es para ella que ha nacido y ha sido entregado. Ella es única, sacada de los judíos y de las naciones, sacada de todas las naciones; única en el misterio, múltiple en las personas, múltiple por el cuerpo según la naturaleza, única por el Espíritu según la gracia; en resumen, una sola oveja y una multitud innumerable. Es por eso que el que vino a buscar a la única oveja ha sido enviado «a las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mt 15,24)... Ahora bien, lo que el Pastor reconoce como suyo «nadie puede arrancárselo de su mano» (Jn 10, 28). Porque no se puede forzar el poder, engañar la sabiduría, destruir la caridad. Así es como habla él con toda seguridad: «De los que me has dado, Padre, ninguno se ha perdido» (Jn 17,22). Ha sido enviado como verdad para los engañados, como sabiduría para los que eran insensatos, como remedio para los enfermos, como rescate para los cautivos, y como alimento para los que morían de hambre. Su persona es para todos, por ello se puede decir que ha sido enviado «a las ovejas perdidas de la casa de Israel», para que no estén perdidas para siempre.


Isaac de la Estrella (?- hacia 1171), monje cisterciense
Sermón 35 (trad.cf SC 202, p.259)

martes, 10 de agosto de 2010


Reza un proverbio: “El hombre propone, y Dios dispone”. Un escolar debió dar el mismo proverbio en tiempo pasado y dijo: el hombre proponía, y Dios se reía.

Nunca se puede escudriñar los pensamientos de Dios. El hombre tal vez preparó las cosas muy estudiosamente: mas, sobrevino Dios, y – a nuestro entender- entreveró todo como diciendo: despacito, amigo, así yo no lo pensé. Siempre y en todas las cosas Dios tiene la última palabra, cuyo sentido no siempre comprendemos.

“Señor, dispón de mí cómo y cuando quieras; estaré conforme con todo”. (P. Arnoldo)

Los pensamientos míos no son vuestros pensamientos; ni vuestros caminos son los caminos míos”. (Isaías 55,8)

Santiago Koch, SVD (de: Tu compañero de jornada al encuentro con Dios)